En cuanto a los aspectos educativos, esta serie tiene como objetivo explícito entretener a un público de edad infantil y como objetivo implícito que, mediante moralejas que se extraen de cada capítulo, educa en valores y nos muestra los modelos actitudinales socialmente aceptados como positivos.
Por otro lado, en torno al ámbito de incidencia además de ser básicamente actitudinal (Arthur y sus amigos nos enseñan como ser buenos y desarrollar actitudes positivas como son el compañerismo, la cooperación, la amistad…), también es conceptual pues nos transmite ciertas informaciones. Por ejemplo, en uno de los capítulos, Arthur nos enseña, a través de su amistad con un alumno nuevo llegado al colegio, qué es el síndrome de Asperger y cómo ayudar y tratar a niños con esta particular forma de actuar. También posee una posible explotación didáctica, ya que esta serie de dibujos es un gran recurso para que los niños puedan desarrollar áreas transversales y competencias como la social y ciudadana, autonomía y desarrollo personal y conocimiento e interacción con el mundo físico entre otras.
Por otra parte también existen aspectos psicológicos, como la teoría del aprendizaje que subyace en esta serie de animación, que en mi opinión se basa en el conductismo y en una teoría modelizadora emulando los roles y modelos de actitud positivos que han de ser imitados por el público, estrategias psicológicas, apeladas a la razón y a los sentimientos de los niños para captar su atención y por último como elementos motivadores se recurre al colorismo, con una combinación de colores intensos que produce una sensación de dinamismo y atractivo para conseguir la atención del público infantil.
En los aspectos sociológicos, se reproducen roles sociales estereotipados como el caso de los padres, donde la madre trabaja en casa para poder ocuparse de los hijos y el padre fuera de ella, se intenta romper con esos estereotipos dándoles matices distintos. En este caso, la madre que trabaja en casa tiene una profesión de carácter quizás más “masculino”, mientras que el padre es un cocinero, profesión con cierta connotación “femenina”.
Se rompen los roles sociales también en personajes como Francine, una niña muy deportista que le apasiona la batería, y en Binky Barnes otro niño de la clase de Arthur que podría ser el típico “matón” de colegio, pero que por el contrario, le apasionan cosas como el ballet.
Para terminar hablamos de los aspectos técnicos. La estructura interna de cada capítulo es clásica y lineal, con estructura de presentación, nudo, en el que en la historia aparece un punto de inflexión, y desenlace en el cual se subyace una moraleja que intenta enseñar algún tipo de valor alrededor del cual se construye el episodio.
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